Escapada turística a Bruselas


Bruselas, capital de la Europa reunificada y de un país fracturado, merece una escapada, corta o larga. Más allá de las instituciones europeas, la antigua capital del imperio donde no se ponía nunca el sol de Carlos I (V para Bélgica) nunca deja de sorprender al visitante ocasional o al incorregible reincidente.



Grand-Place de Bruselas con la alfombra floral del 15 de agosto
Pese a las desoladoras heridas arquitectónicas dejadas por el urbanismo salvaje de la posguerra, Bruselas conserva encantos para seducir a todo tipo de viajero, desde al apasionado del arte y la arquitectura al exigente gourmet, pasando por el amante de la cerveza o el chocolate, el escudriñador de mercadillos, el aficionado al cómic y el noctámbulo impenitente.





La primavera y el verano son el momento ideal para visitar Bruselas, ya que los días son más largos y luminosos y la ciudad alberga multitud de certámenes musicales y culturales.Pero también el invierno tiene sus encantos, con su mercado navideño y la ciudad engalanada, a pesar del frío, la grisaille y la frecuente lluvia.





Atomium en Heysel
La visita de la capital belga debe empezar por la Grand-Place, el majestuoso conjunto de edificios que maravilló a Victor Hugo y que es considerada como una de las plazas más bellas del mundo.


La Grand-Place hay que visitarla por la mañana cuando el sol hace resplandecer los dorados de las majestuosas casas de los gremios que rodean al impresionante ayuntamiento gótico y su vertiginosa torre de 96 metros de altura. Pero también hay que volver por la noche para dejarse subyugar por el aspecto misterioso y mágico que confieren las sombras y las luces a los contornos y relieves de los edificios.




Las terrazas y cafés de la Grand-Place constituyen un lugar ideal para empezar a descubrir y degustar alguno de los más de 250 tipos de cerveza que existen en Bélgica. Quienes deseen profundizar sus conocimientos sobre esta verdadera pasión belga pueden visitar el Museo de la Cerveza en la antigua casa gremial de los cerveceros, situada en un ángulo de la plaza.





Cerca de la Grand-Place se encuentra la estatuilla del célebre Mannequen Pis, que simboliza el espíritu rebelde de la ciudad y que cuenta con un guardarropa de más de 800 trajes distintos, incluido el del equipo del Barça y el traje tradicional catalán.





Parque del Cincuentenario
Para ir hasta la catedral gótica de San Miguel y Santa Gudula desde la Grand-Place es aconsejable usar las señoriales Galerías Reales de Saint-Hubert, que desde su inauguración en 1847 se han convertido en un enclave clásico de la ciudad.


Las galerías, con sus tiendas, librerías, cafés, restaurantes, su teatro y su cine, son un lugar de paso casi obligado para cualquiera que se desplaza por el centro de la ciudad. En su extremo más próximo a la catedral está un popular y antiguo café de nombre llamativo –A la Mort Subite (A la Muerte Súbita)– en honor a la marca de cerveza con la misma denominación.




Puerta de Art Nouveau
Otra zona del centro de visita obligada es el barrio del Sablon, al que se puede llegar andando desde la Grand-Place. El barrio está dominado por la iglesia gótica de Nuestra Señora del Sablon, considerada como uno de los más bellos edificios del gótico flamígero de Bélgica.


Cerca de la iglesia se encuentran el museo de Bellas Artes, el novísimo museo Magritte y el Palacio de Bellas Artes (Bozar) con sus variadas exposiciones temporales, sala de conciertos, teatro y la filmoteca.

El Sablon está repleto de tiendas de antigüedades y galerías de arte y los sábados y domingos se celebra un mercandillo de antigüedades en la plaza. Un poco más allá, a partir de la iglesia gótica de Nuestra Señora de la Capilla, se extiende el popular barrio de Marolles, que cuenta con un muy concurrido mercadillo diario de lance, con objetos y muebles viejos, discos, libros, ropa y todo tipo de cachivaches.





Encima de Marolles se levanta imponente el gigantesco Palacio de Justicia, uno de los edificios más grandes del mundo. De estilo clásico grecorromano, merece una visita (de lunes a viernes) por sus dimensiones colosales.


Mural con personajes del mundo del comic 
El Atomium, el símbolo de la Exposición Universal de 1958, es otro de los referentes de Bruselas, aunque se encuentra en un extremo de la ciudad y hay que utilizar el metro (estación de Heysel) para poder contemplarlo de cerca.




Para los amantes de la arquitectura, existen diferentes rutas a través de la ciudad para admirar los edificios del Art Nouveau. También existe una ruta a partir del Museo del Comic (Centre Belge de la Bande Dessinée) para recorrer los grandes murales pintados con personajes de las historietas gráficas que están desperdigados por la ciudad. El mismo museo es un edificio emblemático del Art Noveau de Victor Horta.





Si el tiempo no acompaña, merecen una visita en el parque del Cincuentenario los museos de Arte e Historia por su colección arqueológica y antropológica, el Autoworld por su colección de automóviles antiguos o el del Ejército por colección de aviones antiguos y modernos.


Bruselas es también una ciudad de contrastes sociales y étnicos. En la zona de la estación de Midi y entre el Parvis de Saint-Gilles y la puerta medieval de Hal, aún quedan bares y tiendas del antiguo barrio español de la posguerra, mientras que otras zonas domina la cultura magrebí (Molenbeek. Anderlecht y Schaerneek) y subsahariana (Matonge).




Actuación en The Music Village
La vida noctura es muy animada en el centro de la ciudad y en determinados puntos de los diferentes barrios. No solo hay bares y locales que no cierran hasta el alba, sino que también se puede escuchar excelente jazz (The Music Village), bailar salsa hasta caer extenuado (Montecristo) y saborear todo tipo de cócteles (L’Archiduc). En el centro, la zona alrededor del antiguo mercado de Saint-Gery está repleta de bares y es muy popular entre los expatriados y autóctonos. ¿Quién ha dicho que Bruselas sea una ciudad aburrida?

No hay comentarios:

Publicar un comentario